Pregúntate por qué resulta un problema la actividad física, si tu respuesta es “no me gusta, me siento cansado, no tengo tiempo, nunca lo he hecho, no tengo dinero para ir al gimnasio o para comprar ropa deportiva”, o simplemente no quieres hacer ejercicio; ahora pregúntate: ¿qué pasaría si hago ejercicio? Al principio puedes sentir cansancio, pero después de tu rutina te sentirás satisfecho y contento porque lograste vencer esa “barreras” que tú mismo te has puesto. Con el tiempo verás cómo tu cuerpo va cambiando, te ves mejor en el espejo, la ropa te queda mucho mejor, te sentirás con más energía, tu estado de ánimo será más positivo y, como regalo, tus cifras de glucosa mejorarán.
Es importante buscar una actividad que te guste. Vívelo como un tiempo que te estás regalando a ti mismo y busca la que se te acomode. Podría ser caminar, o bailar, o hacer yoga, o nadar, o salir en bicicleta, etc., etc. Y, cuando compruebes lo bien que te sientes, física y emocionalmente, esperarás el momento para realizarla y relajarte.
El ejercicio puede llegar a ser un problema cuando no identificas los beneficios que trae, la clave es encontrar la motivación para moverte, busca y experimenta el ejercicio que más te guste y disfrútalo.
