Como lo mencionamos antes, En la gran mayoría de los casos, la presión arterial está causada por disposiciones hereditarias y factores de riesgo externos como obesidad, estrés y consumo excesivo de alcohol y sal. Las enfermedades orgánicas o los trastornos hormonales son responsables de la hipertensión sólo en el 5% de los casos.
Cuando la presión arterial se mantiene elevada por tiempo prolongado o existen elevaciones bruscas puede aparecer daño a diferentes órganos entre ellos: corazón, vasos sanguíneos, riñones, ojos, cerebro, entre muchas otras afectaciones.
Corazón: el mayor daño ocasionado al corazón puede ser un infarto, es decir que una de las arterias que nutren de sangre y oxígeno a este órgano llegue a taparse con un coágulo de sangre y grasa, por lo tanto el tejido cardiaco que era nutrido por esta arteria muere. Puede ser solo una parte pequeña del corazón que no ocasiona la muerte o puede ser de gran extensión que el corazón no resista y fallece la persona.
Para detectar daño al corazón es importante realizar un electrocardiograma, este es un estudio que se realiza en el consultorio en donde se colocan electrodos en el tórax, no duele, no tiene mayor riesgo y gracias a él pueden detectarse alteraciones y dar tratamiento oportuno para evitar infartos.
Vasos sanguíneos: las paredes de los vasos sanguíneos son susceptibles a cambios en la presión arterial, colesterol elevado, glucosa elevada, al sistema inmunológico, adhesividad de las plaquetas y más elementos que contiene la sangre que pasa a través de ellos.
La importancia de los vasos sanguíneos es tal, que sin ellos no habría transporte de todas las sustancias nutritivas, medicamentos, oxígeno, etc., hacia los diferentes órganos y tejidos del cuerpo. Sus paredes son un órgano específico llamado endotelio, esté órgano reacciona a las agresiones de los elementos que va transportando, por ejemplo: cuando los niveles de glucosa son más elevados de los normal dañan al endotelio pues la glucosa actúa como navajitas cortándolo, cuando el colesterol es más elevado de lo normal daña al endotelio al pegarse a las paredes tapando la luz del vaso sanguíneo, cuando la presión arterial alta hace que se contraigan los vasos sanguíneos, lo que provoca mayor riesgo de que un coágulo que vaya viajando por el vaso sanguíneo quede atorado y provoque un infarto.
Existen diferentes estudios para valorar los vasos sanguíneos y prevenir infartos y embolias, pregunta a tu educador en diabetes.
Riñón: el diagnóstico de daño renal inducido por hipertensión arterial se basa en el hallazgo de una función renal afectada o en la detección de concentraciones de albúmina urinaria elevadas. Se realiza la clasificación de la función de los riñones mediante la creatinina sérica, un estudio de laboratorio que se realiza a partir de una muestra de sangre.
Para detectar el daño estructural, o sea de la barrera de filtrado renal se realiza un estudio de orina, el médico realiza un cálculo y el resultado entra en una clasificación de microalbuminuria (proteína en orina). Detectar proteínas en la orina refleja un daño renal inicial, se puede prevenir que continúe el daño al mantener la presión arterial dentro de los parámetros normales.
Ojos: el daño a este órgano tiene gran sensibilidad, ya que afecta directamente a la calidad de vida de las personas. La hipertensión Arterial así como la Diabetes Mellitus descompensadas o mal cuidadas pueden llegar a ocasionar daño a nivel de la retina, esta funciona como una pantalla donde se proyectan las imágenes, para nutrir a la retina existen como en todo el cuerpo vasos sanguíneo muy pequeños llamados capilares, al realizar el fondo de ojo se puede observar estos vasos sanguíneos, de hecho es la única forma de observar directamente las venas y arterias del cuerpo sin realizar una cirugía. Mediante este estudio podemos clasificar el daño según se observen los vasos sanguíneos: pueden estar más delgados de lo normal, pueden estar cruzados, puede haber micro-hemorragias o puede haber inflamación del nervio óptico.
Cerebro: la hipertensión arterial, además de su conocida relación con la incidencia de ictus o infarto cerebral, se asocia también con el riesgo de daño cerebral asintomático detectado por resonancia magnética especialmente en ancianos. Los infartos cerebrales silenciosos son comunes, en su mayoría son pequeños y profundos, su frecuencia varía entre el 10 al 30%. Otra lesión que se ha identificado más recientemente son los microsangrados, que se observan en el 5% de las personas. Estas complicaciones se asocian más frecuentemente con riesgo de infartos cerebrales o embolias, deterioro cognitivo y demencia.
La hipertensión arterial daña órganos específicos como los ojos, corazón, riñones, vasos sanguíneos y cerebro. El daño puede ser pequeño y pasar desapercibido o puede ser grande y llevar a la muerte.